Supo expresar en clave política las aspiraciones confusamente sentidas por Euskal Herria.
“Hemos dicho ya que cualquier grupo social con un acervo de fuerza suficiente para alterar el complicado y siempre tenso equilibrio – recuérdese la imagen heracliteana de la flecha y el arco – puede considerarse un potencial agente político. Lo primero que ahora necesita para convertirse en tal es cobrar conciencia de su propia especificidad objetiva y traducirla políticamente. Ello significa perfilar conscientemente su identidad en el plano ideológico, delimitar políticamente sus objetivos, esbozar con detalle suficiente las condiciones generales que posibilitan el mantenimiento y/o el desarrollo sin obstáculos de su lugar y su función en la historia; en una palabra, formular los principios generales que regulen y dirijan la actividad política del grupo en los diferentes ámbitos o frentes de actuación.
Por su carácter reflejo o mediato, – al menos desde la aparición de las ideologías – este es un papel reservado a los intelectuales que, generalmente, aunque no necesariamente, procederán del seno del mismo grupo. Expresan en clave política las aspiraciones confusamente sentidas por el grupo social.
[…] Si la historia de nuestro país se escribe algún día con un mínimo de objetividad y de inteligencia, el desconocimiento y la marginación tanto del pensamiento político como de la persona de Aginaga habrá de parecernos, sin duda, a los vascos de hoy y de mañana, tan triste y tan vergonzoso casi como puede haberles parecido a los griegos el juicio y la muerte de Sócrates. Todos los demás intentos dirigidos en ese sentido han resultado un completo fracaso y apenas han hecho otra cosa que abrir puertas – y hasta portones – a la recuperación ideológica”.J. Itzaga. 1991. EUSKADI: APROXIMACIÓN POLÍTICA