Cuando Orreaga Taldea tomó la decisión de apoyar la convocatoria de Aberri Eguna en Pausu-Behobia fue con la intención de recuperar el sentido de resistencia política que animaba a nuestro pueblo en las concentraciones de una época.
Llevamos ya muchos años en los que ese sentido de resistencia política se ha convertido en una especie de efeméride rutinaria vacía de contenido, un acto simbólico para seguir engañando al pueblo vasco. El sentimiento de lucha por la libertad política ha sido secuestrado por gobiernos regionales y partidos que son parte de los sistemas políticos español y francés. Sin embargo, nuestra realidad actual en nada se diferencia de la época mencionada, seguimos absolutamente privados de libertad; estamos ocupados por los estados imperialistas totalitarios francés y español.
El confinamiento impuesto a raíz del COVID-19 obligó a modificar la convocatoria inicial de Aberri Eguna, y a realizar un llamamiento para que ese día la ikurrina, símbolo de Euskal Herria, y la bandera de Nafarroa, símbolo de nuestro Estado secuestrado, fueran colgadas de los balcones y ventanas, sin modificar un ápice el contenido ideológico-político del manifiesto Menderakuntzatik askatasunera. Independentzia! elaborado para el acto de Pausu-Behobia.
Con posterioridad a esta convocatoria, hubo otro llamamiento para la colocación de banderas realizada por Euskal Herria Batera. Los contenidos ideológicos y políticos de ambos emplazamientos son totalmente diferentes.
La convocatoria de estos últimos no hace sino difuminar la realidad de que somos un pueblo sojuzgado y víctima de un fraccionamiento impuesto. Ignora u oculta por completo el imperialismo franco-español que nos niega el derecho a la autodeterminación y la independencia (primero de los Derechos Humanos y condición previa de todos los demás según la ONU) y pretende que vivimos en “dos regímenes democráticos”.
El Pueblo Vasco es uno; una resistencia organizada para conseguir su liberación no puede partir de hipótesis impuestas por el opresor. Los “territorios y ámbitos administrativos” a que alude la declaración presentada por Euskal Herria Batera lo son. Dichas hipótesis solo pueden conducir a ahondar más aún la estrategia enemiga basada en el “divide y vencerás”.
Si para los pueblos independientes con su Estado es una fiesta política de reafirmación nacional, el Aberri Eguna, para los vascos/as, de momento, es un acto político de resistencia, de lucha, porque fuimos invadidos por las armas a sangre y fuego, y hoy continuamos sometidos y ocupados.
Este día de lucha tiene un significado nacional vasco, y se expresa inequívocamente como un clamor que surge de lo más profundo del ser de cada miembro del Pueblo Vasco, del derecho a ser libres.
Esta, y no otra, es la interpretación política que realizamos de la respuesta del día de Aberri Eguna, y es la que corresponde a la convocatoria de Euskal Erresistentziaren Aldeko Herri Ekimena, a la que se sumó Orreaga. Esta resistencia no puede ni debe organizarse dentro de las instituciones políticas de los verdugos como las burocracias colaboracionistas pretenden, porque es absurdo pensar que te pueda ayudar a independizarte precisamente quien te ha invadido y sometido. Porque el único objetivo de esta resistencia es lograr la independencia política, el restablecimiento del Estado nacional vasco, el Estado de Nabarra.
Será bajo el amparo de esa máxima institución como podremos mostrarnos ante el mundo como pueblo, ser agentes políticos en el concierto internacional y conseguir la libertad y la democracia.