KEPA ANABITARTE
El pasado 26 de agosto, Santiago de Pablo, catedrático de Historia Contemporánea de la UPV/EHU, publicó un artículo en DV titulado ‘Batallitas del abuelo’ y dedicado fundamentalmente a afirmar «la inexistencia de una unidad institucional entre los diferentes territorios históricos» del Pueblo Vasco: completa falsedad histórica, y piedra angular del nacionalismo imperialista español y francés en su permanente empeño por negar la existencia misma del Pueblo Vasco.
Como es evidente, «los Pueblos preceden políticamente y constituyen jurídicamente los Estados y los Gobiernos». Es también innegable que el Pueblo Vasco/Euskal Herria existe; y existe porque nuestros antepasados los vascones resistieron los innumerables intentos que los imperios -tras haber invadido sus territorios- realizaron para liquidarlos y asimilarlos en sus respectivas unidades totalitarias.
Es frente a la agresión de los francos como se producen las batallas de Orreaga, la primera y más famosa en el año 778 contra el ejército de su rey Carlos I (en aquel momento no era aún llamado Carlomagno) y la segunda en el año 824, esta vez sobre el ejército del hijo y sucesor de Carlomagno. Como consecuencia de esta nueva victoria se constituyó poco después – desbordado ya el Ducado de Vasconia- el Reino de Pamplona, que llegó a aglutinar en torno a sí al conjunto de territorios de las repúblicas, condados y señoríos constituidos por los vascones/vascos. En 1150, su rey Sancho VI el Sabio concedió el fuero a la ciudad de Donostia, y a partir de 1162 dejó de titularse rey de Pamplona para denominarse rey de Nabarra. De su reinado, y fechado en 1167, se conserva un pergamino donde el euskera es denominado ‘lingua navarrorum’: la lengua de los navarros. Sin embargo, la realidad histórica de esta confederación o unión de todos los territorios de los vascos en torno al Reino de Pamplona es calificada en su artículo por el historiador español De Pablo como «teoría».
Como es bien sabido, incluso a pesar de su invasión y conquista en 1512 por la Monarquía Hispano-Católica, el Reino de Nabarra continuó oficial y formalmente: hasta 1830, en sus territorios al Norte de los Pirineos bajo la denominación (a consecuencia del ilegal Edicto de Unión de 1620) de Reino ‘de France et de Navarre’; y hasta 1839 como tal Reino de Nabarra, en sus territorios bajo ocupación española. Siendo – bien entendido– todas las agresiones contra el Reino de Nabarra, actos criminales, ilegales y nulos de pleno derecho, que los vascos jamás hemos admitido ni reconocido.
En cualquier caso, el recuerdo y la evocación en el mantenimiento de nuestras instituciones nacionales y estatales ha sido siempre una constante: Hirurak bat, Laurak bat, Zazpiak bat. A esta innegable continuidad secular en el mantenimiento de las instituciones propias del Pueblo Vasco en sus distintos territorios, que llega a la edad contemporánea, De Pablo lo llama «interpretaciones presentistas de la historia medieval navarra». En realidad, y como es natural, ocurre que todo lo que muestre o potencie la permanente conciencia y defensa de la realidad nacional y estatal del Pueblo Vasco, aun sometido a ocupación militar, es algo que el nacionalismo imperialista español y francés no puede soportar y debe ocultar; lo cual De Pablo manifiesta a las claras en su artículo. Es por ello que se ve obligado a falsificar y ridiculizar nuestra historia, y así califica de ‘mito’ y «batallita del abuelo» un hecho histórico de gran impacto, como es la victoria en Orreaga/Errozabal de los vascones sobre el ejército invasor del rey Franco Carlos I en el año 778.
Finalmente, y mencionando mi nombre, cita extractos de un artículo que publiqué en ‘Gara’ el año pasado con ocasión de la conmemoración de la primera de esas batallas, ocurrida el 15 de agosto del 778. Al hacerlo, los presenta como si fueran afirmaciones también ridículas o absurdas, pero – eso sí- no es capaz de formular la menor crítica contra ellas. Una de esas afirmaciones que yo hacía en aquel artículo, y que al parecer lo escandaliza de forma particular, es ésta: «El derecho de autodeterminación, como todos los derechos fundamentales e inherentes, no depende de elecciones, de mayorías o minorías convencionales»; afirmación a la que él, «apoyándose» en su mencionado colega Rivera, llama «situarse en los límites de lo fantástico. Unos límites que a veces se traspasan más allá de lo imaginable». Con esta afirmación este historiador español termina su artículo. Es decir que, según él, afirmar el derecho de autodeterminación de todos los pueblos, reconocido por la Asamblea General de las Naciones Unidas como el primero de los derechos humanos fundamentales y la condición previa de todos ellos, es «traspasar los límites de lo fantástico más allá de lo imaginable». Una sincera confesión sobre la opinión que le merece la defensa y restauración de los derechos humanos fundamentales, el primero de los cuales es la autodeterminación o independencia de los pueblos; confesión de parte que naturalmente nos ahorra más comentarios sobre él. Frente a estos ataques y campañas de ridiculización y menosprecio de nuestro Pueblo y de su Estado en su recorrido histórico, desarrollados por el nacionalismo imperialista español por medio de sus muchos colaboradores en este país, seguiremos inconmovibles en la defensa tanto del derecho de independencia, libre disposición o autodeterminación del Pueblo Vasco, así como de la continuidad y actualidad de su Estado histórico al que nuestro Pueblo nunca ha renunciado.
https://www.diariovasco.com/opinion/falsificacion-historia-20181029163618-nt.html